Fundada en 1932, la evolución de la empresa ha estado marcada por la especialización y la inmersión tecnológica
La empresa VCG Decoletaje celebra este ejercicio su 90 aniversario en la industria del mecanizado. La extensa trayectoria de esta firma decana demuestra su capacidad para adaptarse a los tiempos hasta convertirse en una referencia destacada en su sector por su alta precisión y flexibilidad en la producción. Hoy es especialista en el decoletaje y mecanizado de piezas en series cortas y medias, trabaja con diversidad de sectores y clientes, y exporta al mercado internacional más del 15% de su producción.
Desde su fundación en 1932 por Cándido y Emeteria Gastelurrutia, el taller de VCG ha estado siempre dedicado al mecanizado y bajo la dirección de cuatro generaciones de esta misma familia, descendientes de los fundadores. Sin embargo, el trabajo de precisión que hoy se realiza con maquinaria de última generación, poco tiene que ver con el que se realizaba en las primeras décadas. La evolución que ha experimentado el sector ha requerido de una progresiva especialización y una inmersión tecnológica, que VCG ha llevado a cabo con éxito.
Además de esto, hay otras cualidades que le han permitido completar un trayecto que suma nueve décadas, y que, en palabras de Pello Beistegui, que desde 1997 lleva la gerencia, se concretan en el compromiso por parte de todo el equipo y la vocación de continuidad por parte de la propiedad.
“La trayectoria de VCG se resume en cuatro valores que nos han traído hasta aquí: compromiso, honestidad, trabajo en equipo y buen trato a nuestros clientes”. Con este espíritu la empresa ha podido superar los sucesivos problemas a los que ha hecho frente en todo este tiempo.
Cultura de apertura al cambio
Otra de las claves ha sido la cultura de apertura al cambio, especialmente del departamento de producción, que ha impulsado el cambio tecnológico y la transformación de los procesos de trabajo. Durante los diez últimos años se han comprado más de quince tornos de última generación, se trabaja en serie corta-media a tres turnos, se programa mediante CAD-CAM, se capturan los datos de fabricación en tiempo real, etc.
Para apoyar a este departamento de producción se ha desarrollado un potente equipo de calidad de siete personas que destacan por sus capacidades técnicas, pero, sobre todo, por su implicación con la mejora continua. Cuentan con medios de control complejos y precisos como tridimensionales, perfilómetro, etc. en consonancia con las complejas piezas que se fabrican con los tornos actuales.
Esta evolución ha traído un crecimiento que ha ido acompañado de la profesionalización y especialización en todos los ámbitos de la empresa. En la formación del equipo de 60 personas que hoy integran la plantilla se ha hecho un esfuerzo importante por incorporar perfiles con amplia experiencia profesional: graduados universitarios, trabajadores con formación profesional… También se han establecido acuerdos con escuelas de formación profesional para acoger alumnos en formación dual.
En esta misma línea destaca el proyecto de digitalización que ha llevado a cabo el pasado año y que permite monitorizar la producción en tiempo real, así como disponer de herramientas avanzadas para la planificación de la producción. También la ampliación de las instalaciones y otras mejoras con las que VCG Decoletaje mira al futuro con la perspectiva de crecimiento.
90 años y 4 generaciones
En los inicios, Cándido y Emeteria Gastelurrutia trabajaban en el taller, con algunas pequeñas máquinas que habían montado y teniendo como único cliente a Alfa. Eran tiempos en los que el único equipo era la familia y se hacían las cosas con los medios al alcance.
Las máquinas eran “de otro mundo”. Funcionaban con transmisión a través de un eje central que se encontraba en el techo e iba con poleas; cuando no había electricidad, un motor a gasoil ponía en marcha el eje de transmisiones.
En 1948 entra la siguiente generación con Concepción Gastelurrutia y su marido Eduardo Urcelay. Eduardo incorpora algunas máquinas Feinler. Su inquietud es aumentar la producción, por lo que busca posibles mejoras a la maquinaria. En 1952 realiza la primera ampliación de las instalaciones originales y en 1960 se adquieren los primeros tornos de levas.
Los tornos de aquella época eran muy rudimentarios y apenas realizaban un par de operaciones a la pieza en cuestión. Habitualmente las piezas se terminaban en otras máquinas de segundas operaciones: taladros, roscadoras, refrentadoras, etc. Para estas segundas operaciones contaban con alrededor de 20 personas que realizaban labores auténticamente artesanales a la hora de preparar las máquinas.
En aquellos años todavía se trabajaba con Alfa y se incorporaría la fábrica de las motos Vespa, que formó parte de su cartera de clientes hasta su cierre.
En 1975 entra la tercera generación con Rodolfo Urcelay, hijo de Concepción y Eduardo, y coinciden una sucesión de hechos desafortunados. En 1976 tuvo que enfrentarse a una inundación de metro y medio en todo el taller; en 1981 vendría la crisis y en el año 1983 sufriría de nuevo inundaciones… se salió adelante con muchas dificultades.
A principios de la década de los noventa -1991-92- Rodolfo y Eduardo ponen las bases de lo que hoy es la empresa, comprando la primera máquina de control numérico Miyano que utilizaron para hacer piezas especiales. Su afán era incorporar tecnología para cambiar la forma de fabricación y así lo hicieron, incorporando después otras tres máquinas de control numérico -algunas de cabezal móvil-.
El crecimiento del volumen de trabajo y personal hizo que en esa década se conformara paulatinamente el equipo de profesionales, factor clave para el desarrollo posterior de la empresa.
A finales de esta década se produce el cierre de la fábrica de Moto Vespa y Alfa, clientes que representaban un alto porcentaje de facturación, obliga a dar un nuevo giro, definitivo, para reinventarse.
El posterior desarrollo, marcado por la especialización y la incorporación de las últimas tecnologías es impulsado por Rodolfo con la incorporación y estrecha colaboración de profesionales como Pello Beistegui en la gerencia, José Luis Ansola en el departamento de calidad, Carlos Riera en producción y Oliver Palacios como financiero. El compromiso familiar se ve refrendado con la llegada de la cuarta generación, Eduardo Arrieta y Eneko Urcelay.
En el 2008 se produce el traslado a las actuales instalaciones en un pabellón ubicado en el polígono industrial Eitua, abriendo una nueva etapa de desarrollo que conecta con la actual realidad.