El Hotel Conde Duque de Bilbao cumple los cincuenta años de actividad hotelera como anfitrión de Bilbao, siendo el establecimiento hotelero más antiguo de la ciudad que se ha mantenido en activo de forma continuada durante cinco décadas.
Ubicado en el Campo Volantín, junto a la ría de Bilbao, desde su enclave estratégico ha vivido en primera persona la evolución de la ciudad, desde la supremacía industrial en los años 70, la reconversión industrial de los 80, pasando por las graves inundaciones de la ciudad en 1983 que le afectaron de lleno, hasta la radical transformación que seguiría a la inauguración del Museo Guggenheim en 1997.
El hotel cuenta con tres estrellas, 67 habitaciones de variado formato, el Restaurante Cafetería Campo Volantín con terraza y salones configurables con capacidad para celebraciones y actividades de hasta 130 personas. En total, cerca de 2,000 m2 de confortables instalaciones para el disfrute de los visitantes de la ciudad y de los residentes, a los que va destinada una amplia oferta gastronómica de sus fogones.
Desde su inauguración el 15 de julio de 1966 con categoría de 1º A, (la valoración que se utilizaba en la época), este hotel de tres estrellas ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos manteniéndose fiel a sus seña de identidad; la de un hotel independiente de las grandes cadenas, con un trato cercano y un servicio marcadamente profesional. Las claves para conseguirlo han sido la actualización de sus instalaciones, la gestión de la calidad y la incorporación de las nuevas tecnologías. Son aspectos que resaltan en su trayectoria, ya que el Conde Duque fue el primer hotel de Bilbao que obtuvo la certificación de calidad ISO 9000 en 1997, el primero en incorporar conexión de Internet con 2 megas de capacidad en el año 2000 y en contar con conexión Wi-Fi para todo el establecimiento el 2004.
Hoy en día estas claves siguen guiando su actividad, ya que las TICs están totalmente integradas y la gestión de la calidad ha adquirido una nueva dimensión digital con las encuestas de satisfacción. La profesionalidad de los servicios del hotel se testan con las opiniones de los clientes, contando con calificaciones cercanas al sobresaliente en plataformas como TripAdvisor, Booking.. con sus correspondientes certificados de excelencia.
Como resultado de todo ello el Hotel Conde Duque está teniendo una alta tasa de ocupación en los últimos años, que se cifra en un 75% colgando en múltiples ocasiones el cartel de “completo”.
Gran parte de la evolución del Hotel Conde Duque la ha llevado adelante su actual Gerente, Carmelo Kortabitarte, que dirige este establecimiento desde el año 1995. Entre sus apuestas de futuro está el servicio integral para el turista, que incluye no solo la gestión de los servicios hoteleros durante su estancia sino también la propuesta de paquetes de experiencias en la ciudad. Como miembro corporativo del Museo Guggenheim desde el año 2009, la promoción de la cultura y el artes está ligada a esta actividad turística.
Destaca también el impulso que le ha dado al Restaurante Campo Volantín, con una renovada terraza y una nueva oferta gastronómica que lo está convirtiendo en un referente gastronómico y de ocio en su zona, con la posibilidad de celebrar eventos en los salones. Tanto los salones como el restaurante son piezas clave, del que provienen el 40% del negocio.
El ayer y el hoy del turismo en Bilbao
El 15 de Julio de 1966 se anunciaba en los periódicos de Bilbao la apertura del Hotel Conde Duque en el Campo Volantín “…montado y decorado y vestido con arreglo al gusto clásico de Bilbao…un lugar gratísimo, céntrico y tranquilo a la vez, junto a la ría y una zona residencial del antiguo y actual prestigio de La Villa…”
Para hacernos una idea de la distancia que separa el ayer y el hoy de Bilbao como destino turístico, a lo largo de todo el año 1967 pernoctaron en Bizkaia 137.481 personas, una cantidad que prácticamente se supera cada mes. De aquellos visitantes de finales de los sesenta el 71,5% eran españoles y el 28,5% procedían del extranjero y su estancia media era de 3 noches (datos de la encuesta de ocupación hotelera de 1967 facilitada por el Instituto de Estudios Turísticos). Hoy, según datos del Eustat del 2015, Bilbao recibe a 1.249.211,00 visitantes al año, con una medida de pernoctaciones de 1,9 noches, de los que el 37% son extranjeros y el 63% estatales. Por medio, el efecto “Guggenheim”, la explosión turística… y el cambio de cliente.
En las primeras décadas el visitante más frecuente era el de negocios; directivos de empresa con un alto poder adquisitivo que se alojaban durante toda la semana en el hotel, de Lunes a Viernes. En este tiempo, disfrutaba del negocio y del ocio de la ciudad, con un trato personal muy estrecho con el equipo del hotel. Su vida en los salones del hotel era intensa y se entablaban relaciones de amistad, ya que los huéspedes se reunían en la sala de la televisión.
También la evolución de los establecimientos hoteleros se materializa un recorrido a vista de pájaro, por la historia del Conde Duque. El equipamiento que hoy nos parece más básico ha sido toda una “conquista”. Cuando se inauguraba el hotel, no había televisión. Se pondría después en los años 70 en el salón social, donde se veía colectivamente. Igualmente ocurriría con el teléfono. En las primeras décadas la centralita del hotel, con 10 líneas externas, era el nexo entre los huéspedes y sus empresas, sus familias, sus amigos… Luego el gran avance sería el telefax que se incluirá en 1983, con la reinauguración del hotel después de las inundaciones. Saldría anunciado en el periódico como gran novedad.
La compleja organización del personal en los hoteles del momento se plasmaba en un rígido protocolo: El “botones” acompañaba al cliente hasta su habitación o salía a realizar los recados de los clientes. Del equipaje se encargaba el “mozo”, de abrir la puerta de entrada “el Portero”, y los “recepcionistas” hacían fila en posición de “firmes” mientras se registraba el cliente. La variedad de uniformes destacaba este aspecto; el camarero usaba un uniforme para servir el desayuno, otro al mediodía, diferenciado en el color de la chaqueta si era para la barra o para el comedor, y otro por la noche. También en planta había el uniforme de mañana, que había que cambiarse a las 5 de la tarde por otro. En recepción estaban diferenciados por las funciones: recepción era pantalón de mil rayas y chaqueta negra, el conserje era el traje gris. El botones era el clásico de muchos botones y el del portero era de almirante, con gorra de plato.
Además de participar en esta evolución y modernización, la historia del Hotel tiene un antes y un después en las inundaciones de Bilbao, en Agosto de 1983, en las que sus instalaciones quedaron completamente arrasadas por el agua y se tuvo que empezar “de cero”. A los pocos meses, en octubre, el hotel se reinauguraba reanudando su actividad y su posterior desarrollo.