En Joyerías Zuluaga, han visto transformarse el mundo de las perlas. Cuando se empezó a trabajar con ellas en los años 80, eran sinónimo de un alto poder adquisitivo y de tendencias clásicas; se valoraban fundamentalmente por su redondez y se lucían en ocasiones señaladas. Hoy, se diseñan collares con perlas en forma de enormes manos, de formas y colores sorprendentes, a precios asequibles, que las mujeres se ponen a diario con ropa informal.
Desde hace 25 años al frente de Joyerías Zuluaga, Mª Eugenia Gortazar se encarga personalmente del diseño y creación de las piezas elaboradas con perlas. Desde los primeros diseños, incluso las propias perlas se han transformado. Ahora la variedad es la nota dominante, con formas “de flor, de dragón, largas, de corazón, redondas planas, rombo, bombilla, cacahuete, forma de manos, rectangulares, monstruo….todas ellas con variación de tonalidad desde el blanco, el rosa, el color chocolate, dorados…” que además se pueden pasar o enfilar tanto longitudinal como transversalmente variando aún más el resultado final.
La experiencia y el oficio de los Zuluaga en este material es reconocido por los grandes fabricantes de perlas, que ocasionalmente exponen en sus establecimientos su gama más amplia, como referente de Vizcaya. A esto se le añade que como socio de Tiendas Oro, la asociación de joyeros más importante a nivel nacional, tiene acceso a todo tipo de género, en unas condiciones comerciales muy ventajosas. En estos días, del 14 al 30 de Abril, se realiza una de estas exposiciones en su establecimientos de Galdakao y Amorebieta, así como en el de Eguzkilore en Bilbao.
EL ARTE DE COMBINAR
El trabajo de elaborar una joya comienza de una manera sencilla: mirando la perla y su forma. Solo unos ojos expertos pueden ver en ese momento cuál es la mejor combinación para la que se tienen delante. Las posibilidades son infinitas y el juego es ilimitado cuando además se incluyen perlas de color.
En el taller de Galdakao, se trabaja con perlas de diferentes procedencias y características, utilizan las cultivadas japonesas, cultivadas australianas, las perlas negras de Tahití y sobre todo las chinas ya que son las que tiene las formas más variadas y dan más posibilidades. Cada año pasan por sus manos miles de perlas.
Las de Japón y Australia son las perlas élite de la joyería. De forma clásica, grandes y redondas, son las más caras del mercado. Las Tahitianas tiene la peculiaridad de su color negro y las chinas son las que han transformado el concepto de perla con las denominadas perlas monstruo o barrocas, abaratando al mismo tiempo el precio y manteniendo unas calidades destacables.
EL CULTIVO DE PERLAS
Las perlas, tanto salvajes como cultivadas, son el resultado de un proceso biológico. Comienzan a formarse cuando de forma natural, o forzada en el caso de las cultivadas, una partícula se introduce en la concha de la ostra. Para contrarrestar esta “invasión” la ostra comienza a segregar una sustancia de carbonato de calcio con la que va recubriendo el “cuerpo extraño” con capas de nácar. Si permanece ahí el tiempo suficiente acabará transformándose en una perla.
Sus características vienen definidas por criterios de calidad como la perfección de la superficie y el lustre (cuanto mayor sea el grosor de las capas de nácar más brilla la perla); y otros aspectos más relacionados con los gustos personales, como el tamaño, el color o la forma.
Las perlas son elementos bastante delicados, por eso la conservación es fundamental para que luzcan como el primer día. Deben guardarse en su estuche original o envueltas en una tela suave para evitar roces. Ciertas sustancias químicas pueden resultar perjudiciales, por eso se recomienda maquillarse y perfumarse antes de ponerlas, no ducharse con ellas ni hacer ejercicio con ellas puestas ya que el sudor puede dañar el hilo en el que están enfiladas. Para su limpieza basta un paño suave humedecido.
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